La primatóloga Isabel Behncke y el co-fundador de Great Place to Rock, Hernán Rojas, realizaron el lanzamiento de “Social Tech Lab”, una iniciativa conjunta para profundizar en el entendimiento de las tecnologías sociales y las dinámicas del comportamiento humano. Para ello, cada uno presentó una charla desde su experiencia con la música y el juego.
El compartir experiencias emocionales intensas acerca a las personas. Cantar juntos, disfrutar de un festival de música o relatarse experiencias en común. La investigadora del CICS Isabel Behncke y el Rocktor Hernán Rojas tienen todo eso en común y más.
Ambos realizaron largos viajes en búsqueda de un sueño y de la exploración de su campo. En el caso de la primatóloga, recorrió 3 mil kilómetros en el Congo para estudiar de cerca el comportamiento de los bonobos, primates que sólo se encuentran ahí y que son nuestros primos evolutivos. En el caso del Ingeniero en Sonido y conductor de La Ley del Rock, tomó un barco que zarpó desde Valparaíso a California, llevando con él un cassette de Fleetwood Mac y otro de The Beatles.
Los dos compartieron estas experiencias con los estudiantes del Doctorado en Ciencias de la Complejidad Social, profesores y amantes del rock que asistieron a la última Charla Divergente, ciclo de exposiciones que se realizaron en el marco del Research Camp DCCS 2018.
“La capacidad sonora y de movimiento fueron fundamentales en la formación de clanes, permitió compartir información sobre recursos, planificar, hablar con otros clanes. Los chamanes de estos grupos descubrieron que después de repetir ciertos sonidos, que generaban con su propio cuerpo, creas simbolismo. Los sonidos toman forma y de ahí se volvieron canciones. Los rockeros son los chamanes del siglo XX”, señaló Rojas, acompañado del sonido de la canción “Do the evolution”, de Pearl Jam.
Como una tecnología social –una herramienta que contribuye a generar y reforzar lazos, al igual que comer y disfrazarse –, la música permite reflexionar, trabajar comprometidos, estimular los movimientos. En términos de la antropología evolucionaria: al igual que el juego, permite hacer bonding, crear lazos profundos que construyen el tejido social. “A los humanos no nos gusta la incertidumbre, pero esto se olvida bajo el playful mood y se vuelve un elemento que otorga diversión. Se prueban límites, nos permitimos ser más creativos. La música, el rock y los festivales son dinámicas que mantienen esa integración cara a cara que las redes sociales no logran reemplazar”, explicó Behncke.
El Social Tech Lab buscará comprender esta relación entre música y evolución desde una perspectiva científica, principalmente desde la antropología evolutiva, para develar nuestro legado evolutivo y los procesos de bonding tras las dinámicas de comportamiento.